martes, 28 de mayo de 2013

Personajes.

Un escritor le pone mucho esfuerzo a los personajes, independientemente de su grado de importancia en la historia. Y, lo entiendo, puesto que éstos son las piezas más importantes de un libro, así como no se podría jugar al parchís sin fichas.
En la actualidad, carecen de personalidad, creyendo que así tienen mayor capacidad de aceptación en diferentes tipos de lectores. pero el carácter de un personaje debe ser fuerte, y que nos haga reaccionar. Los buenos personajes son aquellos que nos producen grandes sentimientos hacia ellos, ya sea de odio o de cariño. También es importante que podamos comprenderlos, aunque en su justa medida. Un personaje que sea tan comprensible que resulte infantil y escueto no serviría, así como uno de gran complejidad de mente, que nos haga parecer a los lectores estúpidos, tampoco acogería demasiado entusiasmo. A veces, esta aceptación del lector se toma demasiado en cuenta, de manera que terminan siendo estereotipados, y por lo tanto, careciendo de nuevo de personalidad.
Pero, desde mi punto de vista, lo más difícil a la hora de crear un personaje, son esos rasgos que debemos añadirles a esas simples pinceladas, para que la idea que tenemos sobre ellos en nuestra cabeza termine de realizarse. A veces llegamos a la conclusión de que no puede crearse un personaje sin haber creado antes la historia, y la historia antes que el personaje, de modo que nos metemos en un bucle sin fin que nos aleja de la realidad.
Los personajes son difíciles, ya que estamos creando a una persona, tarea que casi se llega a considerar de dioses.


miércoles, 22 de mayo de 2013

El por qué de mis intensas ganas de querer dominar el mundo.

Antes de comenzar, querría aclarar que los por qués de mi vida son algo serio. Y sí, ahora diréis vosotros que todo lo que pongo aquí es serio, y yo no tendré que hacer otra cosa mas que daros la razón. Pero, pese a todo esto, quería aclarar que este tema es más serio de lo que ya es serio el tema en sí. Válgase la redundancia, pero si lo explico de otra manera todo podría tornarse demasiado místico, y para eso vuelvo con mis clases de yoga.
Muchas personas me han preguntado a lo largo de mi larga y extensa vida, que de dónde procede mi afán por dominar el mundo. Los orígenes no están muy claros, principalmente porque aún no han sacado la película, pero haciendo acopio de valor, intentaré retroceder en el tiempo a ver lo que saco.
Supongo que todo empezaría cuando me tocó querer ser buena persona. Antes de que mi alma se corrompiese y posteriormente se la vendiese al diablo.
Desde bien chica, siempre intenté hacer del mundo un lugar mejor. Autodeclarándome naturalista, iba por la vida apagando luces, recogiendo mierdas del suelo, y, sobre todo, mi parte favorita, dando largas charlas a gente que ni me escuchaba sobre lo importante que era reciclar y cuidar el medio ambiente.
Un poco más tarde, también me obsesioné con tratar bien a las personas. Supongo que esto se debió porque en mi entorno, no familiar, pero sí cercano, había visto muchas personas que habían recibido maltrato, y sobre todo, rechazo. Me preocupaba porque nadie en mi clase se quedase sin quién jugar, intentaba que todo el mundo estuviese contento. Vamos, que era un dulce angelito bondadoso. O al menos lo intentaba.
Grande fue mi desilusión cuando comencé a perder esa inocencia adquirida de la niñez, y me dí cuenta de que no todo el mundo era como yo. Y ya no sólo una minoría, sino casi todo el mundo. Un duro golpe recibí al darme cuenta que el mundo era malvado. Y decidí que quería cambiarlo. 
Haría todo lo que estuviese en mis manos por mejorar el planeta. Al igual que siempre lo había hecho en un entorno más cercano a mí, decidí hacerlo a gran escala. No sabía cómo, pero quería aportar mi granito de arena al mundo. 
Ya, desde mi edad, siendo una completa ignorante, pero sabiendo un poco más que antes, sigo queriendo hacer todo ésto. Pero la edad no trae más que desventajas, y ahora veo claramente que el mundo no va a cambiarse por mucho que yo lo intente. Pero más vale hacer algo que nada. 
De todos modos, para no terminar martirizando demasiado mi mente, me mediqué inventando una fantasía, por así decirlo, en la que tomaba el mundo por la fuerza, y desde una supuesta maldad, lo volvía todo bonito. Y aunque así empezó, descubrí que me divertía mucho la idea con bromear sobre mi futuro dominio.
Y ya no hay nada más que contar.  

P.D: Mientras estabas leyendo la entrada he conquistado medio planeta. Ahora me toca tu parte. Cuidado.