viernes, 2 de agosto de 2013

La dama del piercing — Parte tres.

Capítulo tres: La historia comienza.
Un día como otro cualquiera, Kirtash anunció que tenía que irse, y que no sabía cuando volvería. También se aseguró de hacer prometer a Froda que ni ella ni Jack saliesen de casa, lo cuál cumplieron, porque ambos sabía que, aunque no les hubiese dicho nada, algo malo estaba pasando.
Al cabo de dos semanas completas, siete horas, catorce minutos y cincuenta y cuatro segundos, regresó. Pero no estaba solo. Junto a él cabalgaba (se habían ido montando a las morsas) una figura alta encapuchada.
—Tenemos que contaros algo —consiguió decir una vez ya estaban todos acomodados en el salón de la mansión de Froda—. Ha sucedido algo terrible, algo que va a cambiar el mundo. Y sólo nosotros podemos cambiarlo.
—¿El remake de las películas de Crepúsculo? —atrevió a preguntar Froda, que parecía visiblemente asustada.
—No, ¿no te acuerdas que quedan siete millones de trilenios para que se estrenen?
En ese momento, la figura encapuchada dejó ver su rostro: era un hombre de unos veinticinco años de edad, aunque aparentaba más, ya que en sus ojos podían verse la sabiduría que había adquirida a lo largo del tiempo.
—Me llamo Barrancos —acto seguido se inclinó sobre el rabbit—-. Tenías razón, Kirtash, la nariz es de un tamaño perfecto.
Éste asintió, dejando a Froda todavía más desconcertada.
—Froda, tenemos algo importante que decirte. Eres la única que puede ponérselo. Por favor, ayúdanos.
Súbitamente, Jack pareció explotar:
—Kirtash, ¡no!, no podemos pedirle eso. Es peligroso. ¿Acaso no la escuchas cuando habal? No quiere tener ninguna aventura, no la conduzcas hasta una.
—Quiero ayudar — e adelantó Froda—. Por lo que parece, la aventura sería una de las grandes, de la cual se podrían sacar tres libros gordos y tres películas que en versión extendida duren dos horas y media cada una. Se puede sacar mucho dinero, me apunto.
Barrancos asintió.
—Supongo que todos sabéis la historia de los veinte piercing del señor claro —al ver que todos asentían, prosiguió—. Bueno, pues por primera vez en los cientos coma tres periódico de años que han pasado, se sabe dónde está el piercing único. Ha sido rescatado de sus horribles manos, y guardado.
"Sabemos que el señor claro aún no ha muerto, y no lo hará hasta que el último piercing quede destruido. Por desgracia, se creó para que sólo pudiera ser destruido en las aguas de Mordur. Nuestra mesión ha sido llevarlo hasta Riobadel, la ciudad de los elfos. Pero eso no es todo. Los secuaces del señor claro saben el paradero del piercing. Y no tardarán en dar con él... a no ser que alguien se lo ponga. Y, lamentablemente, Froda; eres tú la única persona que posee la nariz lo suficientemente grande para que le quepa el piercing."
"Antes de que respondas, tienes que saber sus propiedades: si te suenas los mocos con él puesto, podrás convertirte en la persona que tú quieras. Con él, además, no serás detectada por los servidores del señor claro, los pingus. Mass asumir ser la portadora del piercing, tiene millones de desventajas. Mientras más cerca esté el piercing de casa, más pesará. Y,  como los demás piercing, poco a poco, irá convirtiéndote en una moderna estúpida y desgastando tu alma..."
Froda tardó en contestar:
—Sólo yo puedo ayudaros. Así que asumiré el cargo de la portadora del piercing hasta que lleguemos a Riobadel. Me va bien con mi aspecto de neo hipster, será como un septum. A Sam seguro que le gustaría. Pero únicamente lo haré con la condición de que una vez que lleguemos allí, el percing pase a otra nariz.
Barrancos asintió. Esta vez fue Kirtash quien tomó la palabra.
—Muchas gracias por todo. Mañana partirás con Barrancos. Jack y yo mientras tanto, iremos a visitar a una antigua amiga. Nos encontraremos por la mitad del camino, en una taberna dde los bosques de Orión. Barrancos sabrá conducirte. Ponte el piercing en la nariz, e intenta no utilizarlo. Adiós.
Y, acto seguido, los dos abandonaron la estancia, dejando a Froda con un montón de preguntas, e inquietudes sobre la gran aventura que, tan solo dentro de unas horas, iba a emprender.

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