viernes, 21 de diciembre de 2012

Pasa el tiempo y...

Pasa el tiempo y te das cuenta que eras gilipollas. No hay otra palabra. Recuerdas millones de situaciones en las que quedabas como idiota y no te dabas cuenta, y a lo mejor hasta pensabas que habías salido ganando. Mentiras que soltabas pensando que te habías librado de un castigo, y ahora piensas que no eras más tonto porque no podías. Pocas son las personas que recién empiezan en una red social tipo facebook, messenger o tuenti no hablaban con faltas de ortografía y acortando algunas expresiones. ¿Qué como me he dado cuenta de todo esto precisamente ahora? Porque me ha pasado algo horrible.
¿Sabéis esos videojuegos terriblemente largos? Que tienen tantas misiones, y la mayoría de ellas muy complicadas, que en el online hay millones de posibilidades, y que nunca se terminan. Nunca vas a borrar tu partida, sobre todo si llevas algo de tiempo jugando, porque nunca vas a recuperar lo perdido. De manera que si empiezas desde pequeño, tienes un serio problema. ¿Las estupideces que hayas cometido en el juego? No. En realidad, es una cosa terriblemente básicas a mi pesar: El nombre.
Sí, el nombre. Te lloran los ojos al ver cómo te identificas, y no puedes saber en que estarías pensando en el momento que te hiciste el juego. Podría contar mi propia experiencia, el nombre del videojuego dónde me ha pasado, y cual es el terrible nombre que tengo, sí. Pero me parece que mi sufrimiento ya es demasiado grande como para agrandarlo.

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Ahora mismo no se me ocurre ninguna frase para obligaros a comentar. Cuando esté más inspirada lo intentaré, pero hasta entonces, sentiréis una fuerza interna en vuestro cuerpo que se querrá canalizar a partir de vuestras manos en un comentario.