Antes de nada, quería aclarar que esta entrada no va a tratarse de una reflexión sobre la amistad a lo cursi en plan adolescente, y hablar de lo geniales que son mis amigos y GoorrDiiiS ToDoh, vaaa?¿?*
Más bien, quería centrar el tema sobre lo difícil que es hacer amigos en esta sociedad en la que la mayoría de personas son unas auténticas gilipollas.
En la actualidad, y por desgracia, los temas principales de la gente que tiene mi odiosa edad, suelen ser idiotas. La música de la radio apesta, las películas más taquilleras son Tres metros sobre el cielo y Crepúsculo, y luego está esa obsesión por ser un hipster (o obsesionado por el rap teniendo como cantante favorito a Porta en su defecto).
Y que sí, que algunos se salvan y pueden ser buenas personas, pero, a mi edad, ¿de qué te sirve tener amigos buenos si no tienes nada de lo que hablar con ellos?
Luego, están las personas que se salvan, y que tienen unos gustos y opiniones medio decentes, y con los que se puede tener una conversación normal, y reírte. Pero claro, de ser tan guays respecto a las demás personas, la mayoría se lo termina creyendo y volviéndose malos, con un afán estúpido por dominar el mundo, o creándose blogs estúpidos.
Pero claro, hacerte amigo de alguien, sobre todo cuando eres una chica, no es tal fácil como parece. No puedes presentarte en su casa y preguntarle "¿Te gustan los videojuegos? ¿Tienes limonada?" porque lo más posible es que te echen de su casa y te pongan una ley de alejamiento. Gracias, Brian O'Malley. Por ese truco ya tengo dieciocho personas a las que no me puedo acercar.
Y, cuando ya tienes un grupo de amigos, descubres que son unos capullos. O consigues un amiga Otaku, sacándola de su mundo kawaii con yaoi por todas partes, o lo único que tendrás es a personas malvadas. Pero bueno, hasta entre los amigos malvados hay alguno que no se termina el bocadillo y te deja que te lo comas, y otro que tiene más videojuegos que tú (y eso ya es raro) y te invita a tu casa.
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